Debido al confinamiento, nos hemos dado cuenta de lo que significa estar encerrados en ciudades que no nos satisfacen. La necesidad de un cambio en el modelo urbanístico se ha hecho más patente que nunca.
No es la primera vez en la historia que después de pasar por grandes pandemias en siglos pasados, aparecen este tipo de reflexiones: durante la Revolución Industrial, las primeras leyes urbanísticas fueron introducidas como medidas para mejorar la “higiene” de la ciudad, derribando barrios enteros para construir avenidas y plazas más anchas. Con la emergencia del coronavirus es evidente que las ciudades deben repensarse con políticas y acciones enfocadas en una mejora de la calidad del medio ambiente, que nos permitan construir espacios más habitables, capaces de adaptarse a estos cambios ambientales, sociales y económicos que estamos viviendo.
Esta necesidad de cambio se ha hecho patente ahora, pero no es nueva. El 25 de septiembre de 2015, 193 países se reunieron y establecieron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), enmarcados dentro de la Agenda 2030. Seguramente hayáis escuchado estos términos antes, pero ¿sabías que uno de estos objetivos pone el punto de mira en las ciudades? Hablamos del ODS 11: Ciudades y Comunidades Sostenibles. Este objetivo consiste en lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean lo más inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.

¿Y por qué hacer tanto hincapié en ellas? Porque, aunque las ciudades ocupen únicamente el 3% de la superficie de la tierra, actualmente 4,5 mil millones de personas (es decir, el 55% de la población mundial) vive en ciudades. Se espera que para 2050 este porcentaje ascienda al 80%. Además, representan un 60-80% del consumo de energía y al menos el 70% de las emisiones de carbono a nivel mundial. Por todo esto, podemos concluir que las ciudades forman parte de los desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad, pero a su vez, tenemos la certeza de que tienen que ser parte de la solución.
Desde la década de los 80 en España, las ciudades crecían a un ritmo tan rápido, que impidió que se pudiera organizar de una manera adecuada. Este crecimiento insostenible y desorganizado, conocido como “mancha de aceite” desconectando la periferia del centro de la ciudad, es una de las cosas que trata de evitar el ODS 11. Un ejemplo práctico para el momento que estamos viviendo: se ha comprobado que el impacto de la COVID-19 es aún más devastador en zonas densamente pobladas. Cuando existen ciudades en las que sus habitantes están hacinados, creas el caldo de cultivo perfecto para una transmisión del virus más eficaz. Dentro de Europa, España es el país más densamente poblado/km2. Todo lo contrario a lo que necesitamos en una pandemia. De ahí la importancia que tiene la mejora de la planificación y gestión urbana.

Cuando hablamos de las ciudades, lo primero que nos viene a la cabeza es ese paisaje de infraestructuras, de construcciones, que forma parte de nuestro día a día. Sin embargo, debemos hacer un cambio hacia espacios heterogéneos, barrios conectados entre ellos por medio de corredores ecológicos y parques donde abunde la vegetación, que permitan la dispersión de especies, así como la nuestra propia. Zonas de recreo útiles para todos los ciudadanos (dar paseos, hacer deporte, etc.), que conformen un gran anillo verde alrededor de la ciudad. Al final, conseguiremos enriquecer tanto la salud física como la mental de los ciudadanos.
Un asunto clave a la hora de abordar este ODS sería avanzar hacia unos edificios más eficientes energéticamente (aprovechando la energía de forma pasiva, con un buen aislamiento térmico), o incluso, con un consumo energético prácticamente nulo (nZEB), una de las tendencias en construcción sostenible. Nuestros edificios deben ser capaces de adaptarse a los efectos del cambio climático (uno de los temas de mayor auge es la Rehabilitación energética “Renovation wave”: una gran oportunidad para implementar estas mejoras). Además, deben incluir en la medida de lo posible a la biodiversidad. Nuevas tendencias de construcción sellan completamente cualquier atisbo de oquedad, lo que los hace impermeables para la fauna.
Otro punto que atender es la gestión de los residuos urbanos. Muchas ciudades los envían a tratar fuera de sus fronteras, pero a lo que aspiramos al final es a cumplir uno de los mayores principios de la Ecología: todo lo que utilicemos tiene que volver a incorporarse al sistema. Algunas ciudades tienen sus propias plantas de reciclaje, como es el caso de Vitoria, de la que hablaremos más adelante junto a otros ejemplos de ciudades que están dando pasitos hacia la sostenibilidad.

Temas como apostar por una movilidad sostenible (mejoras hacia un transporte público 100% eléctrico, e impulsar viajes compartidos o a pie/en bici deben ser una prioridad). El Grupo de Liderazgo Climático, conocido como “C40 Cities”, está constituido por un grupo de ciudades que trabajan con estas directrices, aunando esfuerzos para reducir las emisiones de carbono en la atmósfera y adaptarse al cambio climático. Todo ello, en línea con el Pacto Verde Europeo (European Green Deal), por el que la UE aspira a ser climáticamente neutra en 2050.
Pero, a la hora de la verdad, ¿cómo podemos mejorar las ciudades del futuro cumpliendo con los ODS? Como personas individuales, no podemos construir ciudades, pero tenemos un gran poder: comunicarles a nuestros políticos nuestras necesidades, las carencias que vemos en nuestros barrios. Y no hay mejor manera de hacerlo que mediante la participación ciudadana. En algunas ciudades hay una buena red para ello, pero si se da el caso en que tu ciudad no incluya esta participación en sus decisiones políticas, seguramente haya agrupaciones vecinales, plataformas y redes para transmitir estas necesidades a los ayuntamientos. Ecourbe forma parte de diferentes mesas de trabajo para mejorar aspectos de la ciudad relacionadas con el medio ambiente y el urbanismo. Seguro que puedes encontrar la tuya, ¡Te animamos a ello!
Además, mostrar respeto por la naturaleza sí es algo a la mano de todos para alcanzar este ODS: si una golondrina ha decidido que tu tejado sea su próximo lugar de nidificación, alégrate, ¡insecticida gratis!, o entender que un alcorque con hierbas no es una calle sucia, sino una fuente de naturaleza, son pequeñas acciones que realmente pueden marcar el cambio en este gran objetivo.
¿Lograremos avanzar hacia estas ciudades del futuro? Ciudades sotenibles, habitables, llenas de vegetación y biodiversidad, prepradas para luchar contra los problemas ambientales de este siglo. En el siguiente artículo puedes informarte sobre en algunos de los ejemplos más sonados de nuestro país en que representan este necesario cambio hacia las ciudades sostenibles.