Para los peques
Queremos que los más jóvenes se conviertan en defensores de la biodiversidad urbana y para ello tenemos un cuento para que conozcan al vencejo. A través de cuentos e historias, los peques pueden conectar emocionalmente con la naturaleza y aprender la importancia de proteger a los animales y las plantas. Además, queremos que sepan cómo deben actuar cuando encuentren un vencejo caído y cómo pueden rescatarlo.
Ese día había hecho mucha calor. Incluso se notaba dentro de la clase, y eso que en ella tenían aire acondicionado. Cuando salió del cole, de la mano de mamá, (NOMBRE DEL NIÑO/A) vio un pequeño bultito negro en el suelo, al lado de la pared.
– ¡Mira, mamá, un pajarito!- le dijo a su madre
Mamá miró hacia donde había señalado y le dijo:
– Déjalo ahí, no sea que vengan sus padres y, al no encontrarlo, se asusten mucho.
– No, mamá. No ves, es muy pequeño. No sabe volar. Se habrá caído del nido, al asomarse para estar más fresquito – Y convenció a mamá para llevárselo a casa.
Una vez allí, metieron al pajarito en una cajita de zapatos, a la que hicieron agujeritos en la tapa y le dieron un poco de agua, poniendo una gotita con el dedo en la puntita del pico. (NOMBRE DEL NIÑO/A) pensó que también tendría hambre, y se lo dijo a mámá.
– Vamos a darle pan con leche, que es lo que siempre se ha dado a los pajaritos que se caen de los nidos. O, mira, en Internet dice que le podemos dar pienso de gato o paté.
Pero (NOMBRE DEL NIÑO), mirando a su madre, le dijo muy serio:
– No, mamá. Vamos a llamar a la tita Paloma. Ella sabrá lo que darle de comer.
La tita Paloma no es, en realidad, su tita; es la amiga de su madre, pero (NOMBRE DEL NIÑO) tiene un precioso nombre de pájaro y colabora con una asociación con un nombre muy divertido, ZINGRIN. (NOMBRE DEL NIÑO) recuerda que fue, con su tita y con ellos, a plantar bellotas cerca de unas cuevas, para que allí crecieran árboles grandes y fuertes. Y le había prometido que, en primavera, lo llevaría también cuando la asociación fuera a colgar casitas de madera de los árboles de un parque, para que los pajaritos hicieran sus nidos dentro.
– Además, mamá – le dijo muy serio a su madre- yo me pongo malito cuando tomo leche y yogur, y mi amiga Paula tiene que comer un pan especial, porque el que nosotros comemos le sienta mal. ¿Y si al pajarito le ocurre lo mismo? Vamos, mamá, llama a la tita. Ella nos dirá lo que podemos darle de comer..
– Tienes razón- le dijo mamá- Es una buena idea.
Y llamaron a su tita Paloma.
– “Envíame una foto del pajarito con el móvil de mamá, (NOMBRE DEL NIÑO)” .
Y así lo hizo, y le explicó que lo había llamado (NOMBRE DEL VENCEJO), porque (EL NIÑO EXPLICA PORQUÉ LO LLAMA ASÍ)
– Parece un vencejo – dijo la tita Paloma. – Son pájaros insectívoros: sólo comen moscas, mosquitos, avispas… Es un poco complicado, porque necesitan comer mucho, y hace mucho calor para coger moscas…¿Sabes lo que vamos a hacer? Voy a llamar a mi amiga Esperanza, de Ecourbe, y ella nos dirá lo que podemos darle de comer para que crezca fuerte y sano como tú.
Y Esperanza les dijo que el pequeño vencejo tenía que comer tenebrios, y que éstos los podía conseguir en las tiendas de mascotas. Pero lo que a (NOMBRE DEL NIÑO) no se le olvidaría nunca era lo que su tita le dijo cuando él le comentó que mamá le quería dar de comer pan con leche, pienso de gato o paté.
– “ ¡No, cariño, no le des eso! ¡Esas tres cosas son VENENO para los vencejos! Y, si alguna vez te encuentras otro pajarito, recuerda: nunca debes darle leche o se morirá sin remedio. Has hecho lo que había que hacer: consultar a alguien que sabe. Dale sólo lo que nos ha dicho mi amiga Esperanza: tenebrios.”
-¿Qué son los tenebrios, mamá?, le preguntó
– Pues no lo sé. Vamos a ir a la tienda de mascotas, y preguntamos.
Y se acercaron a la tienda y preguntaron al dependiente
– Buenas tardes, ¿tienes tenebrios?
Y él les contestó “Sí” y les trajo ¡¡una caja de gusanos!! ¡¡Qué asco!!
En un primer momento, a (NOMBRE DEL NIÑO) le dieron miedo, pero su mamá no era tan remilgosa y le dijo que eran parecidos a sus gusanos de seda. Más convencido, fueron a casa a darle de comer y, cuando vio lo grande que abría el pico el pajarito y lo bien que se comía los tenebrios, ya dejó de tenerles miedo.
(NOMBRE DEL VENCEJO) se comió ¡¡17 gusanos!!. (NOMBRE DEL NIÑO) pensó que era un vencejo muy glotón, y que, si comía tanto, iba a crecer muy deprisa.
Y así fue. El pequeño (NOMBRE DEL VENCEJO) crecía más y más cada día. Aunque sus patitas seguían siendo igual de cortitas, las plumas de sus alas se hacían cada vez más largas, y se cruzaban por encima de su colita, como si fueran las aspas de un molino de viento.
Conforme crecían sus alas, (NOMBRE DEL VENCEJO) revoloteaba cada vez más dentro de la caja. Y su tita Paloma, que le había dicho que le mandara una foto todos los días, le dijo que estaba practicando para volar.
– Ponlo en una caja de cartón más alta, y haz unas marcas con un tenedor en uno de los lados, para que pueda agarrarse y trepar por él. Así, colgado, podrá revolotear todo lo que quiera sin peligro de que se le dañen las plumas de las alas.
(NOMBRE DEL NIÑO) hizo lo que su tita le había dicho y, de vez en cuando, cuando escuchaba mucho ruido dentro de la caja, se asomaba y veía a (NOMBRE DEL VENCEJO) trepando por la pared como Spiderman, moviendo muy deprisa las alas, como si estuviera volando. Tan rápido lo hacía, que un día se escapó de la caja y ¡voló por el suelo de la casa!
– Casi está preparado- le dijo su mamá, que también hablaba a menudo con su amiga- Se ha hecho mayor. Dentro de unos días tendremos que ir a soltarlo.
(NOMBRE DEL NIÑO) se sintió triste. Le había cogido mucho cariño a su vencejo y no quería que se fuera. Sin embargo, también estaba deseando soltarlo, porque se acordaba del confinamiento y de las ganas que tenia de salir, para jugar con los amigos en el parque e ir al cole. (NOMBRE DEL VENCEJO) estaba como cuando él estuvo en el confinamiento, sin poder salir de su casa. Era extraño, pues estaba triste y contento a la vez, ¡que lío!
El vencejo siguió creciendo y sus alas cada vez eran más fuertes. Su tita Paloma le dijo que sabría cuando estaría preparado para irse cuando, al ponerlo sobre la palma de su mano cerca de una ventana, (NOMBRE DEL VENCEJO) saliera volando hacia ella.
– “En ese momento – le había dicho su tita- , no te olvides de poner un visillo o una cortina finita. Los pájaros no ven los cristales y, si se chocan con alguno, se pueden hacer mucho, mucho daño. Pero, si pones el visillo delante, se enganchará a él y no se golpeará contra el cristal.
Al principio, lo acercaba a la ventana cada dos o tres días. Y notaba como, al hacerlo, (NOMBRE DEL VENCEJO) se agarraba mucho a su mano con las patitas, desesperado, como diciendo “Aún no estoy preparado. Devuéveme a mi cajita”. Y (NOMBRE DEL NIÑO), lo volvía a meter en la caja, contento de seguir teniendo a su amigo.
Pero, un día, sin previo aviso, (NOMBRE DEL VENCEJO) vio la luz de la ventana y voló hacia ella sin pensarlo, como una flecha. ¡Menos mal que tenía echada la cortina! Si no, se podría haber chocado contra el cristal y haberse hecho mucho daño, como su tita le había avisado. ¡Uf! -resopló (NOMBRE DEL NIÑO)- –¡Menos mal!.
Ese día, supo que su vencejo ya estaba preparado para irse. Al atardecer, cuando el sol se estaba ocultando, fue con su mamá a un lugar despejado y, con mucho cuidado, sacó a (NOMBRE DEL VENCEJO) de su cajita y, poniéndolo en su mano, lo levantó como su tita Paloma le había dicho: con el viento de cara, pero de espaldas al Sol . “ El viento -le había dicho- le ayudará a elevarse, y el Sol no le molestará en los ojos cuando vuele por primera vez. “
Al abrir la mano, (NOMBRE DEL VENCEJO) se soltó de ella al momento y se elevó rápidamente, con mucha, mucha fuerza. ¡¡Que contento estaba!! ¡Por fín podía volar! En unos instantes, lo perdió de vista…
– ¡Adios, (NOMBRE DEL VENCEJO), adiós!- gritaba (NOMBRE DEL NIÑO) mientras lo veía alejarse.- ¡Adiós, (NOMBRE DEL VENCEJO)
Y tras una sencilla despedida, un movimiento de brazo y un besito que le tiró, (NOMBRE DEL ÑIÑO) le dio la mano a mamá y se volvió a casa, pensando que (NOMBRE DEL VENCEJO), esa noche, dormiría sobre las nubes…
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.




