En cien años podríamos perder el 50% de todas las especies de la Tierra, pero cómo no prevemos que ninguna de esas especies sea el humano, no es principal tema de importancia. Esta sería la sexta extinción masiva que sufriría nuestro planeta, aunque esta vez el origen no es un meteorito, sino la humanidad y sus desastrosas acciones que desestabilizan los ecosistemas.

En 1835, Darwin atracó a bordo del Beagle en la isla de San Cristóbal, en el archipiélago de las Galápagos. Una decena de islas con una variedad única de fauna fueron el detonante para que en la mente de este naturalista se comenzara a forjar una teoría que perdura hasta nuestros días. Si Darwin volviera en este siglo a sus islas, puede que ya no encontrara algunas de las especies que descubrió inicialmente, pues este 2016 ha ocurrido la primera extinción de un ave endémica en las Islas Galápagos.
Cada año, un millón de especies deben extinguirse de forma natural, en las próximas décadas llevaremos a las especies a la extinción mil veces más rápido de lo que deberían. “En cien años, podríamos perder el 50% de todas las especies de la Tierra”, explica el Dr. Michael Novacek, paleontólogo en el Museo Americano de Historia Natural. Él habla el lenguaje de los fósiles, sabe todo lo que la Tierra puede contarnos tras sus 4,600 millones de años de historia. Cinco extinciones masivas pesan sobre sus hombros. La extinción del ordovícico fue la primera, y ocurrió hace 443 millones de años a.C. La última es la más conocida, pues es la de los dinosaurios y la que nos precede hace 65 millones de años, en la era del Terciario.
“La Tierra ya ha vivido cinco extinciones masivas a lo largo de su historia. Ahora el ser humano está desencadenando la sexta.”
Ahora abrimos una nueva era, el Antropoceno, la era de los humanos, que por desgracia quedará marcada para los anales de la historia por albergar la sexta extinción. Hemos estudiado restos fósiles y geológicos para averiguar la causa de las demás extinciones masivas, pero “no hay problema en identificar la causa de la sexta extinción, pues la humanidad ha sido el detonante”, dice el Dr. Kirk Johnson, Director del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian. El término Antropoceno fue propuesto en el año 2000 por el premio Nobel de química Paul Crutzen, debido al significativo impacto global que las actividades humanas han tenido sobre los ecosistemas terrestres, y ha ido ha ganando fuerza con la publicación de nuevos artículos que apoyan esta tesis. Actualmente, Antropoceno es el término ya propuesto por algunos científicos para sustituir al Holoceno, la actual época del periodo Cuaternario.
El sonido de la extinción
Siendo la vista el sentido que más usamos en el mundo actual, olvidamos que podemos medir el daño en el planeta mediante otros parámetros. Eso piensa Chris Clark, del Laboratorio de Bioacústica de Cornell, donde tienen desde los años 30 el banco de sonidos de animales más grande del planeta. En sus grabaciones está desde el animal más grande que haya vivido en la Tierra hasta el más pequeño de los insectos. Pero en estos setenta años, muchas de las especies grabadas se han extinguido para siempre, lo que es un ejemplo del alto índice de extinción.
El profesor Chris cuenta como grabaron sonidos de todo el mundo con boyas que circulaban libremente por el océano, “decidimos escuchar en diferentes partes del planeta, desde el océano ártico congelado, hasta en las zonas más profundas de la selva de África central, y todo el planeta canta, había chasquidos, silbidos y ruidos sordos, pero ya no los oímos”. Un patrimonio natural perdido, sonidos únicos que ya nunca volverán.
“Se trata de grabar sonidos únicos y desconocidos antes de que se pierdan para siempre por estar amenazados.”
El arte también se ha dado cuenta de lo valioso de estos sonidos y hace años que algunos músicos llevan a cabo proyectos basados en la bioacústica. Bernie Krauser, músico y ecologista, ha dedicado toda una vida a grabar los sonidos de la naturaleza y ve como “poco a poco la gran orquesta de la vida, los coros del mundo natural, se van silenciando”. Y no es para menos, pues su testimonio cuenta como visitaba los ricos bosques de Costa Rica para grabar espectaculares sinfonías naturales, y tan solo 7 años después, con el micrófono situado en el mismo punto, la sinfonía se había reducido solo a unas cuantas notas.
Hay otro proyecto llevado a cabo por un artista Italiano, se llama Fragments of Extinction, y su proyecto consiste en grabar sonidos únicos y desconocidos antes de que se pierdan para siempre por estar amenazados. Se centra en los sonidos de los bosques tropicales del planeta, por considerarlos los ecosistemas más frágiles y que antes se verán amenazados por la extinción.
Las causas de la extinción en el mar y en la tierra
Dicen que esta vez, el meteorito somos los humanos. Hemos modificado tanto el medio sin pensar en las consecuencias, que los efectos son devastadores. No hay una fecha precisa sobre el comienzo de esta considerada nueva era, pero algunos científicos la sitúan junto con el inicio de la Revolución Industrial. Es justo entonces cuando se sitúa también el inicio de otro gran proceso que lidera este siglo: el cambio climático. Ya no se trata solo las acciones directas del ser humano como la destrucción de los hábitats o la sobrepesca. La acción indirecta del hombre está cambiando el clima.
En todas las extinciones antiguas hubo un factor común, el aumento enorme del dióxido de carbono, y nunca hemos tenido unos niveles tan altos como los actuales. Existe suficiente evidencia científica de que el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero conlleva el aumento de la temperatura terrestre y por tanto, la alteración de los ecosistemas. En los mares, el aumento del dióxido de carbono también tiene efectos devastadores, pues el CO2 reacciona con el agua acidificando los océanos y matando a muchas de las criaturas que viven en ellos. Además hemos perdido el 40% del plancton marino en los últimos 50 años; el fitoplancton produce la mitad del oxígeno que respiramos en la Tierra. Esta alteración tan grande de los océanos traerá enormes consecuencias, pues pensamos que solo las cosas grandes del medio ambiente son las que importan, pero si se pierden las pequeñas, lo demás se viene abajo.
Si dejamos el mar a un lado y nos situamos en la tierra, el factor más importante que influye en esta extinción masiva es la deforestación y la destrucción de hábitats. En concreto su destrucción para conversión en terreno de cultivo y ganadería. Hay que cambiar la dieta para salvar el planeta, pues cuanto más dependamos de carne, leche y huevos, más emisiones de CO2 y metano habrá. Teniendo en cuenta que una vaca puede llenar de metano una bolsa de 200 litros cada día, y que existen 1,500 millones de vacas en el mundo, estamos ante una forma muy ineficiente de producir comida. Tres cuartas partes de las tierras agrícolas se usan solo para producir pasto para el ganado. Además, la industria ganadera genera más gases de efecto invernadero que todas las emisiones del sector transporte, esto es un 18% del total. Va siendo hora de que el mundo comience a cuestionarse la influencia que su alimentación tiene en el medio ambiente.
¿Qué podemos hacer?
Hay muchos problemas que solventar para parar esta sexta extinción, no podemos decir «¿qué es más importante? ¿la contaminación, la comercialización de especies amenazadas o la deforestación?», debemos atajarlos todos. Puede sonar difícil, pero si lo dejamos pasar, cuando pasen los años y miremos hacia atrás, nos preguntaremos por qué no hicimos nada. Hay quien dice que aún no está todo perdido, que estamos justamente en el momento crítico, en el que o es demasiado tarde, o es el inicio de algo. Este es el pensamiento de Luoie Psihoyos, fotógrafo y documentarista conocido por sus colaboraciones con National Geographic, además de fundador de la Oceanic Preservation Society (OPS). El objetivo de esta organización sin ánimo de lucro es educar al público sobre la problemática medioambiental de nuestros océanos y promover un cambio individual. Su último documental ‘Racing extinction’ ha sido más que un documental, pues se ha convertido en un movimiento de activismo global que lucha contra la sexta extinción.
Fuente: Oceanic Preservation Society y Racing Extinction
Tenemos que tomar conciencia.
Esta debe de ser colectiva para poder salvar nuestro planeta.
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