
El martes 17 de abril había una charla en el salón de actos de biología. Toda la sala estaba pendiente de un ave que hacía ruido desde el techo, había entrado por el conducto del aire acondicionado y se había quedado atrapada en su red de tubos que circula por detrás del techo. En su desesperación por encontrar la salida había llegado hasta la rejilla que libera el aire en la sala, y por ella asomaban alas y pico intentado salir. Así anduvo por todo el conducto del aire asomando en 5 ocasiones diferentes por las cinco rejillas que había en diferentes lugares de la sala.
Cuando la charla acabó a la hora, se buscó al técnico de edificio para que abriera una de las rejillas, ya que aún lo escuchábamos andar. Pero ya no estaba. La sala es enorme e igualmente grande es el conducto de tubos que conduce el aire. Sugerimos que se dejara abierto, y un conserje del edificio comentó que si se quedaba abierto el técnico debería estar pendiente todo el tiempo. Juan, el técnico aceptó, y dijo que lo dejaría abierto hasta última hora, cuando tendría que cerrarla ya que esa era su responsabilidad.
Mientras esperamos un rato frente a la salida abierta en el techo, Juan nos preguntaba que pájaro era. Le dijimos que era un vencejo, a lo que nos respondió que no lo conocía. Le enseñamos una foto y ya comenzó a sonarle familiar. Acabó el día. El vencejo no apareció.

Al día siguiente miércoles, nos llaman a las 21:30. ¡El vencejo ha salido! Tras al menos, dos días encerrado en los tubos del aire, soportando un frío tremendo, sin comer ni beber, sigue vivo y ha encontrado la salida. Es más, ha encontrado la salida porque Juan, buen hombre, sin que nadie le dijera que tenía que hacerlo, se tomó la libertad de volver al día siguiente a abrir de nuevo la rejilla.
El vencejo estaba débil, bebió como si no hubiera un mañana. Lo alimentamos con unos grillos, los cuales comió con avidez. Y la tarde del jueves, cuando estuvo recuperado, volvió a la libertad. ¿Os imagináis que después de sobrevivir un viaje de miles de kilómetros desde África, hubiera visto su vida acabada en un conducto de aire acondicionado? Eso hubiera sido una historia demasiado triste… Además, era hembra y estaba clueca, ya tenía en su interior los huevos con los que dejaría descendencia y necesitaba buscar un nido. ¡QUÉ FINAL MÁS FELÍZ!